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“¿Qué clase de idea eres tú? ¿Hombre o ratón?”  Salman Rushdie.

Algunos años atrás, Mustafa Kemal Atatürk forjó la creación de una nueva República por sobre los cimientos de un Imperio caído. Ankara fue elegida como capital por sobre la bella Constantinopla, para ser el lugar en donde se lograra la unidad del pueblo. No es casualidad entonces que allí se encuentre el monumental mausoleo (Anıtkabir) que honra al “padre de los turcos”, porque allí, en el corazón de la Anatolia, Atatürk abolió la shari‘a (ley religiosa), adoptó un nuevo Código civil basado en el Suizo, declaró la laicidad del Estado, le otorgó el derecho al voto a las mujeres, adoptó el calendario gregoriano y el alfabeto latino, entre otras muchas reformas.

Ankara, el pasado sábado 10 de octubre, sufrió el peor ataque terrorista de toda su historia. Horas más tardes miles de personas marcharon en Estambul con banderas para descargar su ira contra el gobierno y el partido del Señor Erdogan. “Ladrón, Asesino: AKP!” gritaban.

Todavía se desconocen los responsables del ataque que se ha cobrado un saldo de más de 100 vidas. Entre los principales sospechosos se encuentra el Estado Islámico, el PKK (algunos parlamentarios han alegado que el grupo podría sacar provecho del ataque) y el propio gobierno turco.

El Estado Islámico es considerado sospechoso porque al menos así se refirió el Primer Ministro Ahmet Davutoglu cuando dijo en el canal turco NTV que “si consideramos el modo en el que ocurrió el ataque y la tendencia general, hemos identificado al Estado Islámico como principal objetivo”. Turquía es vulnerable a la infiltración de miembros del ISIS a través de los millones de refugiados que cruzan la frontera de Siria. Pero no ha habido ningún mensaje por parte de ese grupo que, normalmente “publicita” la responsabilidad de sus ataques.

Por otra parte, el líder del partido pro kurdo HDP, Selahattin Demirtas, dijo que el gobierno tiene “sangre en sus manos”, al referirse al bombardeo de Ankara. Las principales acusaciones provienen del fallo de las fuerzas de inteligencia y seguridad, encargadas de controlar las numerosas amenazas por parte del Estado Islámico, de grupos militantes Suní, del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, o PKK, o de grupos militantes marxistas. Pero, como lo acaban de demostrar las bombas en Ankara, Turquía está en guerra consigo mismo.

“En todo momento, en cada manifestación o incluso en los lugares cerrados, la policía controla nuestros bolsos y carteras, de otro modo no se puede estar en aquellas zonas. ¿Por qué no controlaron más en Ankara, teniendo en cuenta que las bombas habían sido anunciadas tres días atrás?” fue lo que me comentó mi amiga turca, Dilvin, al respecto. A acusaciones como esas, se le suman las denuncias del HDP a los policías por agredir a gente cuando trasladaba heridos, de que no se hayan investigados los atentados de Suruc del pasado julio, y de la extraña casualidad de que no hubo policías heridos.

El otro análisis que se hace es el político, debido a las elecciones parlamentarias próximas programadas para el 1ero de noviembre. Erdogan espera que el APK consiga la mayoría absoluta como la que tuvo desde el 2002 pero que perdió en las elecciones que tuvieron lugar el pasado mes junio. Es por este motivo por el cual la oposición ha acusado al actual presidente de polarizar a la sociedad turca al atizar el conflicto con el PKK y de crear un ambiente de caos para que los votantes se inclinen por su plataforma.

Lo que se ha analizado, además de la tragedia, es la fuerte fragmentación de la sociedad turca. El país siempre estuvo atravesado por varias líneas divisorias: seculares y religiosos, ricos y pobres, turcos y kurdos. Los asuntos de la política exterior también son motivos de división, especialmente el que se refiere a la intervención de Turquía en la guerra civil de Siria.

Sin embargo, el presidente Erdogan no parece ser el indicado para resolver esas tensiones. Muchos analistas explican que la profunda polarización de la sociedad turca es el resultado de 13 años de liderazgo cada vez más decisivo del señor Recep Tayipp Erdogan y su Partido de la Justicia y el Desarrollo (A.K.P.). Aunque intentó dar una buena imagen con las, negociaciones con los Kurdos, con la habilitación de las masas religiosas que eran oprimidas y por presidir, durante largo tiempo, sobre una fuerte economía, su gobierno también ha encarcelado a periodistas, ha perseguido a empresarios con investigaciones tributarias por motivos políticos y ha reprimido a manifestantes pacíficos.

En estos momentos, el trabajo del presidente sería ponerse a la altura de un estadista y consolidar a la Nación, consolando a un país luego de un ataque terrorista totalmente devastador. Pero Recep Tayipp Erdogan no parece ser el hombre indicado para concretar ese ahora tan lejano sueño de Atatürk de lograr la unión de su pueblo, no mientras no se reconozcan los unos con los otros.

Por: Valeria Scoponi
Foto: Facebook.

A mis amigos turcos. A Dilvin.
A Hasan, su familia y amigos,
que cuando necesité un hogar
me ofrecieron el suyo sin siquiera conocerme.
A mis conocidos kurdos.
Les deseo la paz.

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